¿Cuántos libros habré leído a lo largo de mi infancia? Pfffff… muchos, algunos adecuados a mi edad, otros más avanzados, los había que repetía, y otros los dejaba a la mitad, aunque estos los menos, pues si un libro empezaba, me gustaba acabarlo… y estos gustos han continuado a lo largo de toda mi vida; si no leo, es como si no me relacionase con el mundo exterior, pues leyendo: aprendes, te enriqueces, viajas mientras estás sentada en un sillón, sueñas, crees, renuevas ideas, te ilusionas, sientes, sufres,… ¡vives! De ahí que el título de mi blog sea “La letra… ¡¡leyendo entra!!”, por el gusto que tengo por la lectura, porque si de algo no me olvido de meter en la maleta, es un buen libro (ahora con eso de los e-books, ¡la elección de cuál llevar es más fácil!).
Echando la vista atrás, recuerdo a mi madre, que me acompañaba, mientras juntas “leíamos” el libro con el que se puede decir que aprendí a leer: “Charlie Rivel: los zapatos”: historia que cuenta como un pequeño y travieso mono, le roba los zapatos al payaso Charlie Rivel.
Recuerdo algunas de las profesoras que he tenido a lo largo de mi etapa escolar, siempre nos pedían opinión sobre los libros que leíamos, hacíamos “excursiones” a la biblioteca del centro, y cada cual escogía el libro que más le llamaba la atención y después, le contaba a los demás por qué le había gustado, que cambiaría, si recomendaba leerlo…
¿Quién no ha leído a la luz de una linterna bajo las sábanas que… ignorantemente creíamos que nos tapaban? Yo al menos, ¡sí!, y… ¿cuántas veces nos hemos guiado por una portada que prometía que bajo ella aguardaba un emocionante libro y nos hemos sentido defraudados en el momento de empezar a leerlo? O… ¿nunca habéis hecho trampa y os habéis leído la última página porque la curiosidad os podía más?...
En definitiva, creo que es muy importante crear lectores, pero lectores FELICES (¡sí, sí! con mayúsculas…), aquellos que disfrutan con un libro, tan abandonado en esta época de innovación digital; aquél al que se le pasen las horas volando entre letras que componen palabras, que a su vez forman frases insertadas en capítulos de un magnífico libro… lectores que comprendan que solo mediante la caza y captura de nuevas ideas y conceptos, podrán crecer como personas…
Pensemos, ¿por qué conocemos cosas de la antigüedad? Cierto… los restos arqueológicos hallados en muchos lugares de la Tierra dan evidencia de ello, pero… ¿y aquellos manuscritos algunas veces casi imposible de descifrar? La lectura, al igual que la escritura, surge de la necesidad de comunicarse, de expresarse, de relacionar nuestro mundo interior con el exterior…
Sigamos haciendo que nuestros pequeños, aquellos que nos tienen como ejemplo, aquellos para los que somos el rey o la reina del aula, aprendan de nuestro ejemplo; hagamos que se emocionen con cada libro, que tengan curiosidad por leer cada vez más, que nos pidan referencias sobre libros que puedan leer… en definitiva, que no se olviden de todos los viajes que pueden emprender, con solo deslizar la mirada y llegar a comprender, las palabras con las que alguien, algún día, nos dejo aprender…
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